dissabte, de maig 13, 2006

I remember (Navegar 1)

I remember

“retocado de un escrito del año 1998”.

No había navegado nunca, ni siquiera se me había pasado por la imaginación que en el mar se pudiera hacer otra cosa que no fuera nadar o contemplarlo, escribir sobre él, fotografiarlo, venerarlo, sin más...

Cuando el capitán del “Menjavents”, prototipo de aluminio con muchísima historia a sus espaldas – el barco, que no tanta el capitán, aunque también, pero “menos”- me invitó a pasar un día con él en él (con el capitán, en el Menjavents) no me lo pensé dos veces, pero me entró una especie de desazón: el miedo a hacer el ridículo más vil.

Acepté, sin embargo, la invitación e interiormente me prometí a mí misma que intentaría no hacer el ridículo, o, en todo caso, que intentaría hacerlo lo menos posible.

Subida a bordo. (Casi me caigo, pero no!). Tropiezo con una cuerda.

Ella (yo) - Ay! Lo siento, he pisado una cuerda.

Él (él) - ¡Por favor! ¡En un barco no hay cuerdas, sino cabos .

Ella - Si, algo de eso me suena, pero no me acordaba (mentira cochina: allí había una cuerda que yo estaba viendo con los ojitos miopes que Dios me dio, pero callé, más que nada, por educación.)

Absolutamente decidida a quedar como una reina, se me ocurrió preguntarle qué podía hacer (craso error). Jamás, jamás hay que hacer esa pregunta en ningún sitio, pero menos aún en un velero.

Él - ¡Suelta las amarras!

Ella - ¡OK! (me sentía importante). ¿Amarras? hmmm, esteeee... ¿Son esos cabos gordos que nos sujetan a tierra?

Él - Si, pero no les llames cabos, son las amarras, simplemente, o los cabos de amarre, como quieras.

Procesé la información lo más rápido posible para recordar que una cuerda era un cabo, pero que la cuerda que sirve para amarrar no se llama ni cabo ni cuerda, sino cabo de amarre o amarra. Creo que podré soportarlo – pensé- y solté, así, sin más, las amarras, intentando por todos los medios que no cayeran al agua, cosa que no sucedió: cayeron limpiamente al agua. (Mierda)

Intenté por lo menos no estorbar, pues no sabía donde meterme...además, el barco, mientras salía del sitio, se estaba acercando peligrosamente a los otros barcos, a los que continuaban en sus sitios.(Dios mío, si es que existes, haz que se aparten todos porque no lo veo claro) No. Falsa alarma. Con gran pericia, el capitán hizo una maniobra perfecta. Lo miré con ojillos miopemente enamorados.Pero ya con las gafas,que conste.

Como que yo iba dando tumbos, me agarré al primer cabo que encontré a mano.

Ella – Espero no molestar si me agarro a este cabo - dije con mi mejor sonrisa profidén. Esa sonrisa que tantas veces me había sacado de apuros... ainsss (pero ni puto caso)

Él - Esto no es un cabo, ¡es un stay!

Mi particular procesador de datos ronroneó interiorizando que aquello que para mí es una cuerda, pero que para los marineros es un cabo, y que hay cuerdas que parecen cabos pero que no lo son, que son amarras y que hay otras cuerdas que tampoco son cuerdas, porque son stays, aunque esas parecen más fáciles de recordar, porque están más duras.

Más intentos de equilibrarme para hacer menos el ridículo. No sabía si agarrarme a una cuerda, a un cabo, a un stay, o simplemente tumbarme en el suelo del barco, que ya salía majestuoso por la bocana del puerto. A todo esto, el capitán, aún no se había percatado ni de mi sonrisa profidén, ni de nada que no tuviera que ver con la náutica.

Decidí “llamar la atención”:

Ella - ¿ Y ahora qué hago?

Él -Ahora subiremos la mayor. Esto lo dijo mirando amorosamente hacia arriba.

Ella - ¿Mayor? (miro hacia arriba... no veo nada más que un palo, un montón de cuerdas ,huy perdón, ¡cabos! y unas cosas muy raras en el tope del palo) Se lo hago saber.

Él – Coloquialmente le puedes llamar palo, pero es el mástil.

Mi ronroneo procesante continuaba: mira que es rara esta gente, que a todo le cambia el nombre... mira que llamarle mástil con lo claro que se ve que es un palo. Aunque bien mirado.... es un palo metálico, no parece un palo de teléfonos, no... bueno: me quedo con la palabra). Y me quedé con ella, descubriendo mucho más adelante, que “todos” los marineros, al mástil, le llaman “palo”.

Ella - Estoooo, vale, ¿qué hago?

Él - La Mayor es esta vela -dice él enseñándome un trapo muy bien amarrado con unos cabitos azules muy monos, que me hizo ir soltando uno a uno –

Como esos cabitos eran/son elásticos, por poco me saco un ojo a mi misma, pero no fue nada especial, gracias a algún ángel de la guarda que acechaba por allí y me protegía.

Él - Cuando yo te avise, afloja la escota.

Ella - ¡OK! ¿Escota? Cara de póker. Procesando a toda velocidad. ¿Dónde demonios estará esa cosa? (hmmm escota, escota, escota...)

Él - Si, mujer (con infinita paciencia), ese cabo (señala) es la escota de la mayor.

Sielos... las cuerdas, además de no llamarse cuerdas, pueden tener diversos nombres, dependiendo del lugar que ocupen en el barco. Ahí estaba, impresionante, una cuerda llamada escota que parece ser que encima, tenía la categoría de aguantar (supongo) la vela llamada Mayor.

Mientras yo intentaba recordarlo todo, él maniobró rápidamente “subiendo” la vela hasta el tope del palo. A todo esto “nadie” manejaba la caña (que yo aún no sabía que se llamaba caña) ... me preocupé enormemente y se lo hice saber

Él – Tranquila, tú haz lo que te diga. Cuando te avise, afloja la escota.

Por fin, vela subida. No, no, no! A lo que “acabamos” de hacer, se le llama izar. No “subir”.

Ella – “run,run,run” (procecsando)

Vela izada.

Él - Bien, ahora abriremos el génova.

Ella - ¿Si? pues qué bien, y eso ¿ donde está?

Él - Es la vela de proa.

Juro por todos los dioses que si algo sabía era que la “proa” está delante y la “popa” está detrás. Sobre babor y estribor ya no lo tenía tan claro, aunque me monté una estrategia para recordarlo...

En estas andábamos cuando el barco empezó a inclinarse peligrosamente, ¡Dios del cielo! Tanto, que casi podía tocar con mi mano las olas (la otra mano la tenía absolutamente ocupada en agarrarme fuerte a un cable que rodeaba todo el barco, de cuyo nombre aún no me había enterado (una cuerda “fija” pero que por todos los santos, no tenía nada que ver con un stay)

A lo de la inclinación el capi le llamó “escorar”. ¡Pues sí que andamos bien!

Él - Agarra la escota y cuando yo te diga, tira fuertemente, ¿vale?

Ella - Claro. Agarro con todas mis fuerzas la única escota que me había sido presentada, aflojo y... Santo cielo! la botavara empieza a dar tumbos!!!! La botavara también sabía lo que era, afortunadamente para mí y para mi cabeza.

Él - ¡Cuidado con la cabeza! (Pero esto, en catalán, es decir: -Vigila amb el CAP!)

Aclaración: cabo = cap, cabeza = cap

Aterrada (el ruido de la vela al viento, la botavara dando tumbos, el capitán con una calma británica que me ponía más histérica aún...) no sabía si tenía que agachar el cap (cabeza) o si tenía que agarrar otro cabo, o si estaba pisando la escota o qué cuernos tenía que hacer!

Él -¡¡¡Tu cabeza!!! (El teu cap) cuidado. Vuelve a tirar de esa escota!!!!! ¡Rápido! En el mar , los movimientos han de ser rápidos y limpios!

La madre que lo parió, pensé yo que me había bañado en "Agua de rosas" de Adolfo Domínguez, así de limpita iba... ¿para qué? si luego acabaría oliendo a brea y a sal, como dice Serrat...

Tiré con todas mis fuerzas y la botavara quedó quietecita, la vela se calló y el barco se equilibró.

¡uffffffffffff menos mal!

Él - El génova tiene también sus escotas, ¿sabes?

Ella , pensando, sin decir nada “¿y a mí qué diablos me importa?”

El capitán, con su paciencia infinita que ya me estaba poniendo negra, me explica la historia de esas otras escotas.

Por fin... ¡velas izadas!

¡Que bieeeen! hhmmmm... me dispuse a enamorar a mi querido capitán (¡ingenua!. Sólo tenía ojos para su barco, que esa es otra que os contaré otro día) Sus ojos iban desde las velas, a los cabos, al mar, a los aparatejos desconocidos aún por mí que marcaban la fuerza y la dirección del viento... En fin : ¡ a Ella que la partiera un rayo!

Ojos y manos (todo ello) concentrados SÓLO en el barco... ¡¡¡¡Arrggggggg!!! ¿para eso me había gastado yo una pasta en un polo "Lacoste", que parece mentira a qué precio está el centímetro de cocodrilo,y en unos zapatos horribles que se llamaban náuticos? (luego descubrí el por qué de los zapatos náuticos: me evitaron más de una caída!)

Y descubrí más cosas... entre ellas el placer auténtico de la navegación y aquello que se me ha quedado grabado para siempre jamás:
“Cuando un marido / amante/ novio/ amigo "Oloquesea" tiene un barco... hay que compartirlo, o ¡adiós muy buenas! “

© Montse/Swing/Arare
Escrito el 28/8/98, pero experimentado en el año 1989…

4 comentaris:

El Canilla ha dit...

Guau. una navegante -escrotora.
Por acá en el RDLP a la génova le decimos genoa ( pronúnciese con nuestro sonido ll- llenóa )

Anònim ha dit...

maravillosa historia.enhorabuena

P@P@LLoN@ GRoG@ ha dit...

Jajajaja..que bo. Ja faig jo bé de ser marinera de banyera. Si només ensumo e mar i ja em marejo.

Molt bona la diada de mar endins. Ets genial!

Osselin ha dit...

Quina sort que tens , jo només de veure un vaixell ja em marejo.

Qué suerte que tienes, yo me mareo con la foto de un barco.