diumenge, de maig 14, 2006

INTRODUCCIÓN


En este blog tenéis todos los relatos, escritos en primera persona porque son todos vividos y ciertos, que hacen referencia a mis inicios como "navegante consorte".
En aquest bloc teniu tots els relats, escrits en primera persona perquè són tots viscuts i certs, que fan referència als meus inicis com a "navegant consort".

dissabte, de maig 13, 2006

El Swing


I remember (Navegar 1)

I remember

“retocado de un escrito del año 1998”.

No había navegado nunca, ni siquiera se me había pasado por la imaginación que en el mar se pudiera hacer otra cosa que no fuera nadar o contemplarlo, escribir sobre él, fotografiarlo, venerarlo, sin más...

Cuando el capitán del “Menjavents”, prototipo de aluminio con muchísima historia a sus espaldas – el barco, que no tanta el capitán, aunque también, pero “menos”- me invitó a pasar un día con él en él (con el capitán, en el Menjavents) no me lo pensé dos veces, pero me entró una especie de desazón: el miedo a hacer el ridículo más vil.

Acepté, sin embargo, la invitación e interiormente me prometí a mí misma que intentaría no hacer el ridículo, o, en todo caso, que intentaría hacerlo lo menos posible.

Subida a bordo. (Casi me caigo, pero no!). Tropiezo con una cuerda.

Ella (yo) - Ay! Lo siento, he pisado una cuerda.

Él (él) - ¡Por favor! ¡En un barco no hay cuerdas, sino cabos .

Ella - Si, algo de eso me suena, pero no me acordaba (mentira cochina: allí había una cuerda que yo estaba viendo con los ojitos miopes que Dios me dio, pero callé, más que nada, por educación.)

Absolutamente decidida a quedar como una reina, se me ocurrió preguntarle qué podía hacer (craso error). Jamás, jamás hay que hacer esa pregunta en ningún sitio, pero menos aún en un velero.

Él - ¡Suelta las amarras!

Ella - ¡OK! (me sentía importante). ¿Amarras? hmmm, esteeee... ¿Son esos cabos gordos que nos sujetan a tierra?

Él - Si, pero no les llames cabos, son las amarras, simplemente, o los cabos de amarre, como quieras.

Procesé la información lo más rápido posible para recordar que una cuerda era un cabo, pero que la cuerda que sirve para amarrar no se llama ni cabo ni cuerda, sino cabo de amarre o amarra. Creo que podré soportarlo – pensé- y solté, así, sin más, las amarras, intentando por todos los medios que no cayeran al agua, cosa que no sucedió: cayeron limpiamente al agua. (Mierda)

Intenté por lo menos no estorbar, pues no sabía donde meterme...además, el barco, mientras salía del sitio, se estaba acercando peligrosamente a los otros barcos, a los que continuaban en sus sitios.(Dios mío, si es que existes, haz que se aparten todos porque no lo veo claro) No. Falsa alarma. Con gran pericia, el capitán hizo una maniobra perfecta. Lo miré con ojillos miopemente enamorados.Pero ya con las gafas,que conste.

Como que yo iba dando tumbos, me agarré al primer cabo que encontré a mano.

Ella – Espero no molestar si me agarro a este cabo - dije con mi mejor sonrisa profidén. Esa sonrisa que tantas veces me había sacado de apuros... ainsss (pero ni puto caso)

Él - Esto no es un cabo, ¡es un stay!

Mi particular procesador de datos ronroneó interiorizando que aquello que para mí es una cuerda, pero que para los marineros es un cabo, y que hay cuerdas que parecen cabos pero que no lo son, que son amarras y que hay otras cuerdas que tampoco son cuerdas, porque son stays, aunque esas parecen más fáciles de recordar, porque están más duras.

Más intentos de equilibrarme para hacer menos el ridículo. No sabía si agarrarme a una cuerda, a un cabo, a un stay, o simplemente tumbarme en el suelo del barco, que ya salía majestuoso por la bocana del puerto. A todo esto, el capitán, aún no se había percatado ni de mi sonrisa profidén, ni de nada que no tuviera que ver con la náutica.

Decidí “llamar la atención”:

Ella - ¿ Y ahora qué hago?

Él -Ahora subiremos la mayor. Esto lo dijo mirando amorosamente hacia arriba.

Ella - ¿Mayor? (miro hacia arriba... no veo nada más que un palo, un montón de cuerdas ,huy perdón, ¡cabos! y unas cosas muy raras en el tope del palo) Se lo hago saber.

Él – Coloquialmente le puedes llamar palo, pero es el mástil.

Mi ronroneo procesante continuaba: mira que es rara esta gente, que a todo le cambia el nombre... mira que llamarle mástil con lo claro que se ve que es un palo. Aunque bien mirado.... es un palo metálico, no parece un palo de teléfonos, no... bueno: me quedo con la palabra). Y me quedé con ella, descubriendo mucho más adelante, que “todos” los marineros, al mástil, le llaman “palo”.

Ella - Estoooo, vale, ¿qué hago?

Él - La Mayor es esta vela -dice él enseñándome un trapo muy bien amarrado con unos cabitos azules muy monos, que me hizo ir soltando uno a uno –

Como esos cabitos eran/son elásticos, por poco me saco un ojo a mi misma, pero no fue nada especial, gracias a algún ángel de la guarda que acechaba por allí y me protegía.

Él - Cuando yo te avise, afloja la escota.

Ella - ¡OK! ¿Escota? Cara de póker. Procesando a toda velocidad. ¿Dónde demonios estará esa cosa? (hmmm escota, escota, escota...)

Él - Si, mujer (con infinita paciencia), ese cabo (señala) es la escota de la mayor.

Sielos... las cuerdas, además de no llamarse cuerdas, pueden tener diversos nombres, dependiendo del lugar que ocupen en el barco. Ahí estaba, impresionante, una cuerda llamada escota que parece ser que encima, tenía la categoría de aguantar (supongo) la vela llamada Mayor.

Mientras yo intentaba recordarlo todo, él maniobró rápidamente “subiendo” la vela hasta el tope del palo. A todo esto “nadie” manejaba la caña (que yo aún no sabía que se llamaba caña) ... me preocupé enormemente y se lo hice saber

Él – Tranquila, tú haz lo que te diga. Cuando te avise, afloja la escota.

Por fin, vela subida. No, no, no! A lo que “acabamos” de hacer, se le llama izar. No “subir”.

Ella – “run,run,run” (procecsando)

Vela izada.

Él - Bien, ahora abriremos el génova.

Ella - ¿Si? pues qué bien, y eso ¿ donde está?

Él - Es la vela de proa.

Juro por todos los dioses que si algo sabía era que la “proa” está delante y la “popa” está detrás. Sobre babor y estribor ya no lo tenía tan claro, aunque me monté una estrategia para recordarlo...

En estas andábamos cuando el barco empezó a inclinarse peligrosamente, ¡Dios del cielo! Tanto, que casi podía tocar con mi mano las olas (la otra mano la tenía absolutamente ocupada en agarrarme fuerte a un cable que rodeaba todo el barco, de cuyo nombre aún no me había enterado (una cuerda “fija” pero que por todos los santos, no tenía nada que ver con un stay)

A lo de la inclinación el capi le llamó “escorar”. ¡Pues sí que andamos bien!

Él - Agarra la escota y cuando yo te diga, tira fuertemente, ¿vale?

Ella - Claro. Agarro con todas mis fuerzas la única escota que me había sido presentada, aflojo y... Santo cielo! la botavara empieza a dar tumbos!!!! La botavara también sabía lo que era, afortunadamente para mí y para mi cabeza.

Él - ¡Cuidado con la cabeza! (Pero esto, en catalán, es decir: -Vigila amb el CAP!)

Aclaración: cabo = cap, cabeza = cap

Aterrada (el ruido de la vela al viento, la botavara dando tumbos, el capitán con una calma británica que me ponía más histérica aún...) no sabía si tenía que agachar el cap (cabeza) o si tenía que agarrar otro cabo, o si estaba pisando la escota o qué cuernos tenía que hacer!

Él -¡¡¡Tu cabeza!!! (El teu cap) cuidado. Vuelve a tirar de esa escota!!!!! ¡Rápido! En el mar , los movimientos han de ser rápidos y limpios!

La madre que lo parió, pensé yo que me había bañado en "Agua de rosas" de Adolfo Domínguez, así de limpita iba... ¿para qué? si luego acabaría oliendo a brea y a sal, como dice Serrat...

Tiré con todas mis fuerzas y la botavara quedó quietecita, la vela se calló y el barco se equilibró.

¡uffffffffffff menos mal!

Él - El génova tiene también sus escotas, ¿sabes?

Ella , pensando, sin decir nada “¿y a mí qué diablos me importa?”

El capitán, con su paciencia infinita que ya me estaba poniendo negra, me explica la historia de esas otras escotas.

Por fin... ¡velas izadas!

¡Que bieeeen! hhmmmm... me dispuse a enamorar a mi querido capitán (¡ingenua!. Sólo tenía ojos para su barco, que esa es otra que os contaré otro día) Sus ojos iban desde las velas, a los cabos, al mar, a los aparatejos desconocidos aún por mí que marcaban la fuerza y la dirección del viento... En fin : ¡ a Ella que la partiera un rayo!

Ojos y manos (todo ello) concentrados SÓLO en el barco... ¡¡¡¡Arrggggggg!!! ¿para eso me había gastado yo una pasta en un polo "Lacoste", que parece mentira a qué precio está el centímetro de cocodrilo,y en unos zapatos horribles que se llamaban náuticos? (luego descubrí el por qué de los zapatos náuticos: me evitaron más de una caída!)

Y descubrí más cosas... entre ellas el placer auténtico de la navegación y aquello que se me ha quedado grabado para siempre jamás:
“Cuando un marido / amante/ novio/ amigo "Oloquesea" tiene un barco... hay que compartirlo, o ¡adiós muy buenas! “

© Montse/Swing/Arare
Escrito el 28/8/98, pero experimentado en el año 1989…

Vela versus motor

Vela versus Motor

Una vez leí un artículo escrito por Carmen Rico Godoy (al César lo que es del César...) donde decía que hay gente fanática como los cirujanos ,como los abogados, como los golfistas, como los políticos (no comment) los gurús, los matemáticos, los informáticos (este lo añado yo) y los toreros, por ejemplo. Todos esos, dice , al lado de los navegantes a vela, son gente“casi” normal.

Tiene razón. Sólo hay que preguntarle a un navegante forofo... Estaba pensando en Ugarte, conocido navegante vasco que ha dado no sé cuantas vueltas al mundo. Si uno lee su último libro se le pone la piel de gallina. Sólo habría que preguntarle, digo, el porqué de meterse en una cáscara de nuez, esperar a que haya viento, comprobar, cuando éste entra (el viento) que nunca sopla en la dirección en la que necesitamos que sople, por lo menos en el Mediterráneo, que siempre tenemos viento “morral” o viento “de morro”, en el argot de los marineros que yo conozco , también llamado viento de proa, en su acepción culta y correcta. Ello es debido, fundamentalmente, a la ley de Murphy. Una vez entrado el viento, decía, recorrer miles de millas y además ser inmensamente feliz haciéndolo (son ganas)... La respuesta suele ser siempre la misma: “el placer de navegar, las sensaciones, el reto personal”... ¡tiene narices!

En estas cuestiones "veleras", hay algo fundamental que me recuerda bastante el espíritu de lo que también se da en la montaña: las buenas maneras, la cordialidad, la solidaridad.....

Ah! señores, pero todavía hay clases: están los que navegan a vela y los que navegan a motor. También decía Carmen Rico Godoy que un velista o navegante de vela es un ser que se cree elegido por los dioses, privilegiado, exquisito y aventurero. Y digamos que un navegante a motor es un ser que se cree elegido por los dioses, privilegiado, exquisito y aventurero.

¿Que dónde está la diferencia? Pues eso mismo me pregunto yo, pero como velista, me siento elegida por los dioses, privilegiada, exquisita y aventurera. ¿qué le voy a hacer?

Los velistas tenemos algo de poetas épicos, de argonautas que buscamos un sueño imposible. Los navegantes de motor son algo más prácticos: buscan el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Como debe ser, puede pensar uno. Pero ¿cómo vamos a ser tan pragmáticos?

Más de una vez se me ha ocurrido pensar que navegar a vela es la forma más lenta ( y a veces más cara) de ir de un sitio a otro. Es la forma más poética de destrozar las leyes matemáticas y es la forma más evidente de revolucionar filosofías. ¿Quién dijo que la línea recta era la distancia más corta entre dos puntos? Acaso quien lo dijo no sabía lo que era hacer bordos.

El velero llega a identificarse con el mar, no violenta las aguas, mientras que el motor rompe estrepitosamente la armonía...

Al velero se acercan tortugas (ya quedan pocas, ¡ay!) y delfines, saludando con coquetería. De las motoras, huyen despavoridos.

Son dos maneras distintas de interpretar el mundo, igualmente respetables, pero, como digo, diferentes.

Si alguna vez os encontráis con un navegante a vela que vuelve de una singladura, mirad fijamente a sus ojos y no necesitaréis preguntarle si es feliz.

© Montse/Swing/Arare (1998)

divendres, de maig 12, 2006

Equipajes

NAVEGAR 3.

Equipajes...

La primera vez que fui invitada a pasar las vacaciones pensé que se trataba de un sueño imposible.
Me invitó a mi y a mis tres circunstancias: circunstancia de 11 años, circunstancia de 8 años y circunstancia de 2 añitos.
“No sabe lo que se hace” – pensé.
Efectivamente, no sabía la que estaba liando, porque desde entonces hasta ahora... uffff
En fin, tres semanas de agosto.
-¿Equipaje?- pregunté ingenuamente.
-Lo imprescindible. Nada más que lo imprescindible, ¿vale?
-Vale.
Para los niños no hubo problema: una mochilita para cada uno, la misma que utilizaban cuando se iban de colonias con el cole. Poquito peso, poquita ropa...
El problema fue para mí: preparé una bolsa tamaño “normal” y empecé a meter cosas imprescindibles del todo: un par de cuadernos, cinco libros, un estuche con las “herramientas” de escribir... no ocupa tanto espacio- pensaba yo.
Vamos a ver: un par de vaqueros (unos cortos y otros largos) mis zapatillas de deporte , la ropa adecuada para correr (¡totalmente necesario en un barco!), dos bañadores, un bikini, un par de vestiditos “por si acaso”, unos zapatitos “monos” para cada vestidito de por si acaso, el secador del pelo, mis cremitas para cada parte del cuerpo (las de día, las de noche, las de después del desayuno, las de después de la merienda...) ¡Cielos! La bolsa llena y aún me faltan las camisetas, camisas, un jersey gordo, la cámara fotográfica, la toalla de baño y...y...y...
No importaba: me lo llevé todo, todo, todo. Casi vacié el armario entero.
Creo que mi capitán aún se está riendo de mi aparición con mis tres circunstancias más bolsa de equipaje para tres semanas en velero.
-¿Adonde crees que vas? ¿A codearte con la jet-set? Nooo, hijaaa, noooo... vamos a navegar. ¡En plan transmundista, hija! ¡eso es la navegación! Para lucir modelitos tienes que ligarte a Mario Conde (menos mal que no le hice caso, de lo contrario estaría hoy bien arreglada, verdad?)
Naturalmente, utilicé exactamente lo imprescindible.
Es decir: camiseta y pantalón corto,bañadores y biquini. Todo lo demás, hay que ver, resultó absolutamente inútil.
Bueno : el caso es que el capi tampoco se quedaba corto : sus dos circunstancias (11 y 9 años), la zodiac, los trajes de agua (que sí utilizamos y más de lo que pudiera yo pensar) , comida para un regimiento (menos mal , hay que ver lo que come la tripulación) patos, gafas, cañas de pescar...
Parecía que nos íbamos a pasar tres años al Caribe en lugar de las tres semanas por la Costa Brava...
La ley de Murphy fue puntual : al cabo de tres días empezó a llover y no paró en dos semanas. El velero que tenía entonces mi querido capitán no era el Swing. Era muy grande (11 metros,aproximadamente) y se llamaba “Menjavents”,nombre de una vela, aunque la traducción literal sería “Comevientos” (que no es)...
Vale, pues navegar, lo que se dice navegar, poco navegamos... pero lo pasamos fenomenal.
En aquel barco hicimos hasta campeonatos de ping pong (así, como suena), leímos, cantamos, jugamos, explicamos historias, comimos, reímos... nadamos, por supuesto (cuando no llovía e incluso bajo la lluvia).
¡Juro por los dioses del Olimpo que yo empecé a navegar así! ¡de verdad de la buena!
Montse/Swing /Arare

Anclas

Anclas (1)

El ancla es un adminículo muy curioso. Anteriormente había oído hablar de anclas en un sentido, digamos, cinematográfico: "Botón de ancla", "Levando anclas" o poético: "quiero anclar en tu cintura ..." esas son anclas en sentido figurado, claro!... No puedo ni imaginarme siquiera un ancla en un botón ¡uf! o que alguien quisiera echar su ancla en mi cintura ¡pobre de mí!

Un ancla es un peso pesado. Es algo por lo que suspira todo buen capitán (normalmente al resto de la tripulación le importa un pimiento, más que nada porque no tiene ni idea de lo importantísimo que es tener una buena ancla)... hay anclas para todos los gustos, pero a mí la que se me ha quedado grabada es una tal C.Q.R. (nada que ver con I.C.Q. ni con I.R.C, se lo juro)

Echar el ancla no es una maniobra fácil, porque hay que buscar el sitio adecuado y hay que dejarla caer en el momento preciso, vigilar de donde viene el viento, calcular la cantidad de cadena que hay que dejar en el agua.... una maniobra más científica que poética, la verdad. Esta maniobra tiene un nombre: fondeo. De esta maniobra depende la tranquilidad posterior del fondeo... aunque, claro está, como en todo, si tú estás bien fondeado pero luego viene un cantamañanas que fondea mal y tienes la desgracia de que se coloque muy cerquita de tí, se te acabó la tranquilidad... de todo hay en la viña del Señor, es bien sabido y más te vale rezar para que quien se "coloque" a tu vera - siempre a la verita tuya- sea un buen navegante, o por lo menos, un buen aficionado.

Si echar el ancla no es tarea fácil, volverla a subir es aquello del "más difícil todavía".

En nuestro querido Menjavents, que pesaba un huevo y parte del otro, había una ancla de las que hay que coger con las dos manos y pesan más que el barco (exagerada soy) y "no" había "molinete" de anclas. Miento. Había 6 "molinetes de anclas". Y tenían nombres y apellidos, pero sólo actuaban/actuábamos en conjunto (algo así como la santísima trinidad, pero a lo bestia). Al grito de ¡AHORA! todos, desde el mayor al pequeño, pasando por mí misma, todos a una como Fuenteovejuna, por aquello de que la unión hace la fuerza, intentábamos subir el ancla a bordo. Es decir, nuestro molinete funcionaba "a pilas"... a pilas de niños... algunas veces, "niños con mujer", título que recuerda a alguna pintura mironiana.

Y sin más dilación... ¿qué pasa con las anclas?

Año 1990: Cala "Foradada" (Costa Brava) Episodio absolutamente "de cine americano". El ancla se quedó "trabada" (que no enrocada, que es algo mucho más complicado). El famoso conjunto elevador de anclas llevaba media hora intentando subir el ancla a bordo para podernos marchar hacia el puerto de El Estartit. Hacía bastante viento y una servidora tenía la piel de gallina, por el frío, por la incomodidad y por cobarde. El resto del conjunto elevador se lo estaba pasando bomba (inocentones) . Por fin, después de un esfuerzo considerable, en el cual el capitán se limitaba a ir diciendo: ¡ahora! ¡venga! ¡ya! ¡Así, así! ¡Más, más! (que bien mirado, visto en la distancia parecía otra cosa, hmmm) ¡ah! y eso sí: cuando el conjunto elevador hacía el esfuerzo, el capitán ayudaba con el motor, todo hay que decirlo.

Por fin, decía, la jodida ancla se dignó salir de su escondite y empezar a subir despacito. En la cala había expectación... aunque no nos dimos cuenta hasta que... en cuanto el hierro emergió por la proa, oímos un sonoro aplauso proveniente de las embarcaciones cercanas, que parece ser que habían tenido espectáculo gratuito por espacio de media hora (quizá algo menos, que el tiempo... ya se sabe que es bastante elástico)

Año 1991. Isla de Cabrera (Baleares). Todavía no era necesario todo el papeleo que hay que hacer ahora para estar fondeado un par de días y no había que solicitar nada por escrito ni esperar el permiso para hacerlo.

Salimos del puerto de La Rápita o quizá de Porto Cristo, vayan ustedes a saber... y enfilamos rumbo a Cabrera. Llegados a esta bella y pequeña isla, el capitán decide que hay que echar el ancla. Nos preparamos. El fondo de Cabrera es muy curioso. Actualmente está protegido, pero en aquel momento todos pasaban de casi todo y en el fondo, lleno de plantas (¿posidonia, quizá?... no recuerdo la "marca", sólo sé que en contra de lo que yo pensaba... no son algas) , parece ser que las anclas tenían la debilidad de resbalar, de patinar, de no clavarse, de joder al personal. En una palabra verdaderamente náutica: garrear.

Pues bien: en Cabrera nos pasamos TODA la tarde buscando el sitio adecuado para el Menjavents (que parecía una actriz caprichosa de las que exigen en su camerino que no les falte de nada, lamadrequeloparió). Tanto es así que aquél invierno fui la envidia cochina de las "musculitos" que pululan por el gimnasio, todas ellas aprendices de Superwoman...

No sé qué año: Fondeados en Aiguablava (Costa Brava). Llega una pequeña motora (raza especial de la que algún día os hablaré) con una pareja a bordo. Ahí me di cuenta de lo sumamente eficaz que yo podía ser, aunque a mi capitán le parezca que no... en fin... de desagradecidos está el infierno lleno. Llega la motora, el hombre echa una ojeada, la mira a ella y le dice:
-¡Echa el ancla, María!
Y, literalmente, María echa el ancla. ¿Dónde? pff! ¿a María qué narices le importa? María se limitó a agarrar el ancla (que esa sí era pequeñita y poco pesada, pues tú le mirabas el brazo a María y no veías que se moviera ni un solo musculito) y "tirarla" tal como uno echa un kleenex a la papelera... a saber adonde fue a parar el ancla de la motora...

El capitán (el mío) me miró con admiración contenida (admiración hacia mí, of course) aunque le costara admitir que yo "sabía" más que María. De todos modos, ambos compartimos una sonrisa...
...continuará...

Rescatado de diversos "apuntes" de experiencias pasadas. Redactado el 29 de mayo de 2002...

Inciso: caramba, voy a acabar escribiendo un libro, porque tengo anécdotas "a punta pala", que dicen! nchts!!!


Montse/Swing/Arare

Anclas II

I remember (2)

Si el primer año habíamos estado en la Costa Brava, el segundo año, año de gloria en el que "ya" vivíamos juntos (y revueltos) todos, ¿eh? el capi con sus dos circunstancias y yo misma con mis tres, así pues, éramos siete. Como los siete magníficos, más o menos. Y entonces adoptamos un perro... por lo tanto, pasamos a ser ocho.

Los niños empezaron a decir, allá por febrero, que querían "cruzar"... que querían ir a "ses illes" o sea, a Baleares. Y yo empecé a temblar como un flan. Si era duro costear, ¿cómo no iba a ser duro "atravesar"?... pero en fin...tuve cinco meses para irme haciendo a la idea y por fin... atravesamos y llegamos a Menorca.

La travesía fue maravillosa, con todos los tópicos/típicos, o sea: saludos de los delfines, puesta de sol maravillosa, viento que nos permitió navegar a vela la mayor parte del tiempo, mar llana, vista de alguna que otra tortuga (quedan pocas) pesca de un bonito bonito (si: que el bonito era muy bonito y además estaba muy rico, que sobró porque era una besttia enorme y de las sobras hicimos croquetas al día siguiente y ...ufff...qué croquetas!) en fin... algo para recordar (ya sé que suena a título de película, pero en cualquier caso me lo habrán plagiado "ellos" a mí)...

Y va de anclas (again)... por aquel entonces en Maó, si te querías quedar en el puerto, tenías que echar el ancla por la popa y amarrarte a puerto por la proa (o al revés), de manera que cuando te querías ir, tenías que subir el ancla de nuevo, porque claro, no ibas a cortar la cadena... bueno. Ocurió que llegó un velero que se situó a nuestro lado justamente. El capi, cuando lo vio maniobrar, pensó en voz alta: "este nos dará problemas". Le pregunté, pero el hombre no quiso preocuparme y me dijo que a veces hablaba solo (esta faceta aun no se la conocía) y me olvidé del incidente.

A la mañana siguiente, cuando todos nuestros churumbeles estaban a punto, nos dirigimos a la popa para subir el ancla (recuerden: el molinete "a pilas"). "La cosa" pesaba tantísimo, que no había manera de levantarla (el aaaancla)... y entonces el capi, muy concentrado él, soltó: -" ya lo dije, yo, que éste nos traería problemas"- y como que esta vez se dirigía a mí directamente y no a su misma persona, deduje que no estaba hablando solo y que esta vez sí que había algo que me quería comunicar. Agucé el oído, por aquello de los gritos y susurros de que hablaba el otro día. Y me gritó: - "QUE ÉSTOS TIENEN EL ANCLA CRUZADA CON LA NUESTRA"... y de eso sí que me enteré.

Total, que decidió que yo me quedara a la caña y que sería él mismo, junto al molinete a pilas, quien levantaría aquellas DOS anclas, porque la gente del barco de al lado se limitaban a encogerse de hombros, en lugar de tratar de ayudar, los muy bordes...

No hubo manera, así que el hombre del barco de al lado acabó tirándose al agua para desenredar las cadenas. Una vez desenredadas (estoy abreviando, porque la maniobra duró como una hora) el capi seguía en popa y yo seguía a la caña, en absoluta tensión, esperando órdenes.

Tengo que hacer un inciso, señores (I'm sorry) --> en el Menjavents, por no me explico qué extraño misterio, la marcha atrás entraba apretando una palanca o comosellame hacia adelante y la marcha adelante, entraba apretándola hacia atrás. (Mandan huevos) O sea: parece ser que el mecánico que montó el motor, lo hizo al revés, o yo qué sé qué, porque la cuestión era que había que acordarse de que para ir hacia adelante, había que empujar hacia atrás y para ir hacia atrás, había que empujar hacia adelante... cosa muy fácil en momentos "normales" pero muy difícil en momentos de absoluta tensión...

No me pregunten por qué, pero en un momento dado, mi capi me gritó: - ¡ATRÁS!
Yo le di a fondo hacia atrás, de forma y manera, que el Menjavents, obediente él, que ya dije que era de aluminio, empezó a ir a toda leche hacia adelante.

Por aquello tan manido de la ley de Murphy, y tampoco sé muy bien por qué, ya que todo ocurrió en fracciones de segundo, de pronto veo enfrente nuestro una megamotora (de plástico, o poco menos, pero mega) con un marinero con cara de pánico que llevaba una enooooooooorme defensa y que no sabía donde poner...

Al mismo tiempo oigo enfrente mío una potente voz que me dice: ¿QUÉ HACES? CAGOEN (no voy a nombrar aquí todo lo que nombró mi capi)...

Me quedé petrificada. Los pies clavados en el suelo, las manos a la caña y el Menjavents avanzando a toda ostia hacia la megamotora. Los niños, boquiabiertos y con unos ojos como platos. Perdí la noción del tiempo pero mi capi, en dos brincos, se situó a mi lado y le dio a la palanca hacia adelante, para que el barco retrocediera. Y lo hizo. Y entre lágrimas y totalmente paralizada, vi cómo los niños respiraban, vi cómo el marinero de la megamotora se secaba el sudor de la frente y vi la cara de mi capi mirándome fijamente.

Salimos de allí y ya más calmado, el capi me comentó algo que no había hecho antes (fallo suyo, jope) y es que cuando me diera una orden de maniobra... siempre, siempre, se referiría al barco. Ni palancas ni gaitas. El barco es el que "tiene que" maniobrar. Y yo era la que me tenía que aprender las maniobras..... ¡menos mal que el Swing tiene un motor "normal" montado "normalmente"!

En fin, otra historia para no dormir, rescatada directamente de la memoria. Porque esta jamás la había escrito.

Montse/Swing/Arare

Regatas

REGATAS.

Cuando me di cuenta de que el capitán me tenía en sus redes, ya no podía volverme hacia atrás y decidí que tenía que compartir con él esa afición que -anteriormente- parecía que no estaba hecha para mí.

-Voy a apuntarme a hacer regatas, ¿vale?

-Conmigo?- soltó como en medio suspiro, asustadísimo, el hombre... Había salido con él (ellos) cuatro o cinco veces. Nunca me lo había tomado demasiado en serio.

-Bueno, cariño, si te empeñas...

-Creo que me apunto con el "Mesina".

Deberíais haber visto y oído el suspiro de alivio de mi capitán.
El Mesina es un barco de unos amigos. El amigo no podía salir de regata porque la amiga (la mujer del amigo) se llevaba el barco todos los sábados para hacerla por su cuenta y riesgo, con un grupito de mujeres. Les faltaba una mujer y me lo habían propuesto. El amigo no las tenía todas, pero se tenía que callar y salir a hacer la regata con cualquier otro amigo que también tuviera barco e hiciera la regata, claro!

Les dije que sí. Estaba yo entre ilusionada y asustada, sintiéndome valiente por un lado y cobarde por otro, pero deseando que llegara el próximo sábado para hacer mi primera regata, ocupando un puesto de verdad.

Por mi cabeza rondaron los recuerdos ... las otras regatas en las que había participado (con ÉL) eran solemnemente aburridas. No tenía nada concreto que hacer (la tripulación ya estaba hecha: otro amigo y nuestros hijos mayores) con lo cual me iban echando de donde estuviera para "hacer banda", esto es para que el barco no escore tanto, es decir, en una palabra: me utilizaban poco más que de "pisapapeles", de contrapeso, de lastre, argggggg.

Luego vi que "eso" también se hace en los demás barcos, pero por aquel entonces yo me sentía algo humillada, ¿vale?

Y cuando pretendía ayudar, me echaban a cajas destempladas. Y si se decían algo entre ellos, era siempre a gritos:

-Tranquila, cariño, no pasa nada -me decía el capi - pero luego añadía: -Pero quieres largarte de aquí? ¡ no me dejas ver y nos van a abordar!

-Tú, a la mayor!

-Tú, no ves que el génova está flojo?

- Vamos, vamos, al winche, deprisa.
- Anda! dale, daleeeeeee!!!! esto parece un barco de nenas!!!!!-

Yo estaba aterrada. Nos movíamos entre los demás barcos, sobre todo a la hora de la "salida",en que teníamos que pasar unos veinte barcos de considerables dimensiones, por un paso realmente ridículo, entre una barquita que si nos descuidábamos nos la llevábamos por delante y una boya que si nos descuidábamos también, nos la comíamos! Esa era la línea de salida (imaginaria, claro) Eso si antes no se nos había echado encima cualquier otro barco... ¡¡¡O nosotros encima de él!!!!

A todo esto, descubrí que la salida también tenía que hacerse a vela, prescindiendo del motor... ay madre mía, estábamos a merced del viento y de las olas, en medio de barcos que , si en tierra eran todos amigos y residentes en diversas partes de nuestra geografía, en el mar y en regata, eran como una jauría de leones embarcados y pretendiendo "pisar" a todo aquél que se les pusiera por delante!!!

Además, y para quien haya visto "La fuerza del viento": Mientras dura todo esto... no hay música, ¿eh? ¡Que nadie se crea la película! Nada de música. Sólo el ulular del viento, el ruido de las velas, acompañado de su movimiento, el estrépito de las olas, el deslizarse de los demás barcos, a milímetros (sí!!! milímetros) del nuestro, los gritos de los capitanes y de las tripulaciones... en definitiva: un horror.

Total: se me quitaron las ganas de hacer regatas, porque, la verdad... lo mejor de ellas era la cena de reparto de premios, donde se podía lucir el bronceado modelo "regata-guay” es decir: de brazos y cara, que una había cogido mientras duraba la tortura.

Pero entonces... llegó la propuesta: -Quieres participar, Montse? Nos falta una. Si quieres, debes comprometerte durante un año. El próximo sábado, de prueba y si te gusta y nos gustas a nosotras, te apuntamos.

- ¡OK! Hecho ( ¿quién iba a poder conmigo?... ) mis ansias de aprender y poder intervenir en las conversaciones monográficas que se desarrollaban en las cenas de después me dieron ánimos suficientes como para aceptar.

La experiencia fue otro horror, pero aguanté como una jabata todo el año. (Y no más)
Montse /Swing/Arare

dijous, de maig 11, 2006

El idilio - .. y todo lo contrario (Email a los amigos)

El idilio

Amanece con sol. Buen presagio. Cargamos con todo lo cargable, subimos a bordo y ponemos proa hacia Sant Feliu. A medio camino, en la "cala Fotadera" decidimos echar el ancla y pasar unas horas.

Nos hablamos por radio con Pere y Ángels, los del "Fresquito" y quedamos que nos veremos allí, en Sant Feliu.

Pasamos un magnífico día tomando el sol (yo) y "haciendo cosas" (el capi). Un capitán de velero siempre tiene "cosas" que hacer. Cuando no hay una bomba de agua que no funciona, hay un interruptor de "algo" que hace la pirula, cuando no, puede haber un cable suelto de cualquier aparato que bien sé que existe, pero que ni por asomo sabría localizar, cuando no hay "nada" para reparar, un buen capitán de velero, se lo inventa.

Así pues... Swing (o Arare) siempre tiene vía libre para hacer en el "Swing" lo que le apetezca, que suele ser tomar el sol, leer, escribir, nadar (si se tercia, que ese día no se terció porque el agua estaba que parecía que te clavaban agujas en todo el cuerpo) e incluso "no hacer absolutamente nada" y dedicarse a la vida contemplativa. Las otras cosas que se pueden hacer (generalmente a dúo) no las voy a explicar, porque mis lectores son lo suficientemente inteligentes como para saber de qué hablo...

Día viernes: fabuloso, fantástico, excelente, y no voy a buscar más sinónimos. Allá cada cual con su imaginación.

Día sábado: salimos a correr hasta la ermita de Sant Telm, desayuno copioso en el "Fresquito", salida hacia el pueblo para adquirir alimentos varios y variados, el periódico, en fin... un placer total y absoluto.

Por la noche llegan "invitados" Feli y Joan, que tienen su barco fuera del agua para pintarle "los bajos" y por lo tanto, llegan en coche. Cenamos fantásticamente y una servidora les condena a ver el festival de Eurovisión, por aquello de "si ganara o ganase la Rosa de España"... ya que hace como 25 años (años que cumplirá el domingo mi hijito mayor)... y cómo pasa el tiempo... hace como 25 años que ni se me había pasado por la imaginación ver ese festival, hay que ver. Total: cenamos y nos reímos de dicho festival, pues observamos que nada ha cambiado, que todo sigue como siempre, que el "Luxemburgo two points, Luxemburgue, dé puan" sigue sonando a tongo de los más gordos. Pero todo guay. No me odian mucho, por lo mucho que nos reímos.

Mañana - domingo- será otro día y a ver qué nos deparará el destino.

... y todo lo contrario...

Amanece con un sol precioso. La ley de Murphy, o quizá la sabia naturaleza, decide que el viento, que hasta ayer era viento del norte o tramontana, se convierta en viento del suroeste (garbí en catalán). Velocidad: 35 nudos, que no tengo ni idea lo que viene a representar en cristiano, pero en fin, que es muchísimo viento. Cabe un ejercicio de imaginación que puede dar una pequeña idea: montarse en el "látigo" (porque no llega a "Dragon khan", no nos engañemos) y meterse dentro del agua.

Debo hacer una aclaración: desde tierra "parece" que el tiempo es magníiiiiiiifico e incluso cuando llegas, te dicen: "qué tiempo más bueno habeis tenido, eh?"- a lo que el capi contesta que sí, que una pasada, que ¡qué gozada! y a lo que una servidora, todavía con el corazón encogido, decide que es mejor no responder.

Después de desayunar más o menos copiosamente, porque el mar da hambre (y a mí no se me quita el hambre así me maten) deciden los capitanes que hay que volver. (diosmio) si hay que volver es que "la cosa" va a ir en aumento. "la cosa"=el viento. Me encomiendo a todos esos santos en los que no creo, recojo todos los bártulos y los meto por donde puedo, para que no se caigan: la estiba, se llama. O sea: si todo está bien estibadito, no se cae... (¡¡¡una leche!!!)

Cuando lo tengo todo dispuesto ya el "Fresquito" decide que podemos salir. El Fresquito estaba abarloado a nosotros. Abarloarse quiere decir "pegarse" a otro barco a base de cabos, (cuando estás amarrado a puerto) de tal manera que "el otro" te aguanta un poco, sólo un poco, porque en el caso de que hubiera castaña fuerte, me imagino que ambos dos se iban a enterar, el abarloador y el abarloado.

Que ya podemos salir quiere decir desatar los cabos y marcharse. Hasta aquí, todo guay. Sale el Fresquito, y detrás, salimos nosotros. Izamos la mayor (digo izamos porque queda mejor, pero en realidad yo llevaba la rueda y el que izaba la vela era el capi, of course) y salimos con "poco trapo".

¡¡Lamadredelamorhermoso!!! salimos de puerto ya con un rizo en la vela, todo esto son indicadores de que nos vamos a mover de verdad de la buena.

En un primer momento, aunque hace sol y parece que "todo está correcto", decido quedarme dentro por si las flys. Hago bien. Me pongo a leer hasta que noto que las letras de la raya de abajo suben por encima de las letras de la raya de arriba, es decir: como que no tengo sueño, esto quiere decir que el barco se mueve mucho.

Dejo de leer y pongo música. De pronto el barquito pega un tumbo y todo aquello que había estibado habilidosa y cuidadosamente, se viene abajo: no me hagais enumerar el qué: TODO. Desde la pasta de dientes hasta los almohadones, desde los CD's cuidadosamente ordenados, hasta mi móvil... todo.

Saco la cabeza y veo el rostro feliz del capi: - bueno, por lo menos no nos hundimos - pienso.

-"Todo va bien, no te preocupes"- me dice. Y yo todavía tengo humor como para sacar tres o cuatro fotos.

Me vuelvo para adentro, pues no me gusta mojarme y entonces, a medida que nos vamos acercando al cabo de Tossa, la sensación que tengo es la siguiente: estoy metida en un adminículo tipo centrifugadora que no da vueltas completas, pero lo intenta.

En estos momentos tengo pis, tengo sed, tengo hambre y tengo sueño, un sueño-sopor que hace que todo me importe un huevo. Se siguen cayendo cosas de los estantes pero se va a levantar a recogerlas su padre. No sé yo, pero juraría que a esa sensación que tengo hay quien le llama "mareo" ¡qué cosas!

Ahora sé que el capi sigue disfrutando de lo lindo, pero ya no voy a hacer más fotos: entre otras cosas porque en la posición horizontal que intento mantener se me hace imposible llegar a la cámara, que, por otra parte, se está mojando (creo)... el CD sigue sonando, creo que en lugar de pararlo le di al "repeat" porque juraría que es la tercera vez que oigo "All that jazz", pero me importa tanto como los peces de colores... luego creo que me he dormido, entre pantocazo y pantocazo, porque ya no me he enterado de nada más hasta que el capi me ha dicho: - ¡ya llegamos!

Benditas palabras, vive Dios. Llego y beso mentalmente el suelo, que se mueve como un condenado (de hecho, ahora mismo se mueve la mesa, se mueve el pc, se mueve el teclado y se mueve hasta el cenicero)...

Lo mejor de todo: la paella que nos hemos zampado (ya sabeis: a mi no se me quita el hambre...) y lo bien que me cuida mi capi cada vez que pillamos un tiempo similar (un tiempo atmosférico, quiero decir).

Mis palabras, entre bocado y bocado de paella, intentando agarrar el vaso que se movía como un condenado, fueron estas: "cuando nos jubilemos y vayamos a navegar por el Mediterráneo, no cuentes conmigo, mi amor. Yo iré en tren adonde tú estés. O en avión, o incluso nadando!"

Él pone cara de circunstancias porque sabe que en el fondo, en el fondo, esto es como un parto: al cabo de un par de horas ya no te acuerdas de lo mal que lo has pasado.

Así pues, la semana que viene "tenemos" una regata hacia Playa de Aro, de la que ya os contaré si soy capaz de sobrevivir ;)

Adjunto fotico de la felicidad feliz de mi capitán y del agua bailando a nuestro alrededor. Esta última, en mail aparte, porque de lo contrario pesará mucho.

Besos pasados por agua,
Montse/Swing/Arare

dimecres, de maig 10, 2006

Una regata

Una regata (again)

Me levanté pronto porque antes de ir a la regata había que hacer mil y una cosas. Las hice. La ley de Murphy no tardó en aparecer: mis pobres gafas de sol habían decidido romperse por una patilla justo cuando las cogí para ponérmelas (hacía un sol de justicia) y sacar al perro. Mala leshe! (¿Cómo iba a pasar horas en el mar sin mis gafas de sol?) no por pijería, no, entiéndanlo: ¡es que sin ellas no veo seis en un burro!... total, que tuve que pasarme por la óptica y menos mal que me las arreglaron en un plis plas!

Al grano: la salida de la regata estaba programada para las 12 h. Nunca entiendo por qué razón hay que programar la salida a las 12, si normalmente el viento "entra" sobre las 13. Pero en fin... se salía desde Lloret, y allá que nos fuimos navegando tan ricamente (como me gusta a mí). Había unos 30 barcos en total y todos iban hacia esa línea imaginaria de salida que les conté.

Llegamos frente a la playa de Lloret sobre las 11,30 y anduvimos "dando vueltas", o sea haciendo tiempo. A las 12, naturalmente, el viento no había entrado y la cosa estaba súper calmada. A las 12,30 el viento seguía sin aparecer y los barcos quedaban preciosos porque aún no estaban en plan fiera para pelearse por pillar una buena posición.

El viento entró a las 12,50 y entonces fue cuando ya todos empezaron a prepararse para el evento. Ya en la primera señal, las velas cobraron vida propia. Se apagaron los motores que quedaban todavía en marcha y la banda sonora empezó a ser el flamear de las velas, el chirriar de los winches y el pequeño ajetreo del mar. Es una delicia cerrar los ojos y concentrarse en toda esa música.

Y digo que resulta una delicia cerrar los ojos, más que nada porque la sensación adrenalínica que se apodera de uno cuando está viendo que algunos de los barcos están separados sólo por milímetros es algo que no puedo explicar con palabras. Me llega la hora de irme "p'adentro" o de pillar un infarto directamente. Opto por la primera opción, ya que "los barcos pesados" deberemos salir en último lugar para regatear entre nosotros.

Una vez superada la situación de salida, vuelvo a salir y me dedico a contemplarlos. Están preciosos, deslizándose majestuosamente con sus velas desplegadas. La mayor y la génova. El spynaker lo pondrán cuando vuelvan de darle la vuelta a la "Pilona" (un piedro situado justo enfrente de la casa de mi amigo Andreu, en Malgrat) y entonces esta especie de aves acuáticas en que se han convertido, pasarán de ser palomas a ser exóticas aves multicolores... un espectáculo digno de saborear.

Empezamos nuestra propia regata. Salimos en una ceñida con 5 nudos de viento (fuerza 2) y mi capitán hace y me hace hacer todo lo que está a su alcance (y al mío, única tripulante) para que el Swing dé de sí todo lo que puede. En el día de hoy solamente podremos llegar a caminar a 3,5 nudos. Aclaro que un nudo =una milla por hora y el recorrido que hay que hacer es de unas 15 millas.

Una vez las velas trimadas y algo más calmados, el capitán me cuenta de nuevo cómo era hacer regatas ( y ganarlas) con el "Menjavents", un prototipo de aluminio, de 39 pies, diseñado por Coello y que había dado dos o tres vueltas al mundo (con su dueño anterior). Era uno de los barcos de la serie "Gudrun". Concretamente, el Gudrun IV. Dicen que cambiar de nombre a un barco trae mala suerte, pero nunca lo hemos creído. Así pues, empezó a comentarme las diferencias entre uno y otro (entre el Swing y el Menjavents)... ¡creo que en el fondo, mi capitán sigue enamorado de su anterior barco!

Ay,que me voy por las ramas...

Para resumir: el barco ganador aun está por ver, ya que esta regata es el "Príncep de Girona", que dura dos sábados y un domingo, es decir: el sábado pasado, el domingo (ayer) y el sábado que viene.

Nota curiosa: llamé a Andreu cuando íbamos a llegar y dar la vuelta a la boya/pilona. Salió a la terraza con su familia y nos hicimos señales al más puro estilo indio (no, con humo no, pero sí con una "fregona" ellos y con una toalla nosotros).

El Swing tardó en recorrer lo que normalmente hago corriendo por caminitos en una hora y cuarto, "sólo" 3 horas y 17 minutos.

No, si cuando yo digo que navegar es la forma más cara de recorrer una distancia que por tierra puedes hacer en la mitad de tiempo (y me quedo muy corta diciendo la mitad)... nchts!

Ah! pero.... ¡qué placer! :)))

¡Seguiremos informando!...

Montse/Swing/Arare

Canal 9 (email a los amigos)

CANAL 9

Transcripción de algo más de media hora de radio

Domingo, 2 de junio de 2002 ,entre las 12,30 y las 13h.

De Port d'Aro a Blanes...

Código-> PRRRFFFFTTTFFFGADÑÑÑÑÑ = el famoso "ruído blanco"...

-Polux,Polux,Polux, aquí Rida... ¿me oyes?

- ¿Adónde vais?

-PRRRRRRTTTFFFFFGADÑÑÑ

-...Marítimo! Aquí Nereida, ¿me recibes?

-Sí, le recibo, ¡cambio!

-¡Aquí Nereida! ¡Para, Mari! (o para Marina de alguna parte, pero cortado)

-Marina de Palamós, Marina de Palamós, aquí Blancall...

-Blue Star, Blue Star, aquí Plancton, cambio
-Blue Star, Blue Star, aquí Plancton, cambio
-Blue Star, Blue Star, aquí Plancton, cambio

(y una intentando relajarse)

-Sí, Plancton, le recuerdo (?¿?¿?) pero los marineros están ocupados...

-El mensaje es si pudiérais recuperar un bolso -conservpfffrrrtttgññññ regreso ztffrgñññññññbio!

-Laembarcacpffgrrrrññññ

-Sí, adelante, Club Náutico de Castellón!

-A ver Jozé, Jozéeeeeee, vete p'a la gazolineraaaaaa, Jozéeeeee!

-Corre un poco más, que tendrás que pagar la cerveza

-D'acord!. Entrant pel vostre babor!

-PRRRFFFFTTTFFFGADÑÑÑÑÑ

- ¡Aquí embarcación Nereida!

-¡Adelante!

-¡Cambio!

-Marina de ññññññññññpffftrrgg que hay un tronco en los alrededores de la playa de PRFFFÑÑGGÑÑÑ ¡que tengan cuidado con él, cambio!

-Recibido (menos mal)

-y ...................mbio!

-Una ................ ¿me recibes?

-¡Masnou, Masnou! el 338 o el 348, muchas gracias, cambio y corto!

-Cala, Cala, aquí prrrrtgggfffññññ nvi!

-Joan! de la ................ me sents?

- Te sento, te somio i tot!

-Com ha anat el fútbol?

-No sé, no m'agrada el futbol, a mi si me hablas de ir de discotecas aún!

-¡Vale! ¡Déu!

- Dime, Rampa!

- Que he salido, que he probado y que no me va bien el ancla, coño!
(vaya, una de anclas, jisjisjsijsisjis)

-pero ¿qué pasa, cambio?

-Que seguramente tendremos que sacarla (¿sacarla? ¡oichs!)

-hmmmmmmmm

-Alta!Alta!Alta!
(aquí ya era un diálogo para besugos total)

-Nada de nada

-Cambiamos al 14 (mierda, ncths! se cambiaron al 14 y ya no me enteré)

-¡Oye, llevas la zodiac?

-Alfa, Alfa Alfa (acabáramos, antes era Alfa, y no Alta)

-¿Cuatro? ¿Cuatro?

--¿Cuatro? ¿Cuatro?

-Voy p'allá

-Vale, adéu

- prfffgñññññ queman........Juan....cambio!

-pfffffrtggggggñññññ

- Adelante, Alfonso!

- No te ....................Diego?

- pfffffrtggggggñññññ

- Ah!
-......intentando localizarte y nada, no se enteran!

-¡Timón, Timón, baja al 7! (igual era Simón?)

-Josep, Josep, em sents?

-Cala! Ens veurem o no ens veurem? Canvi!

-Nuzé porque yo tengo que llevar a éste a su casa ¿me escuchas?

-No,no,no, solo era pa pagarte una cerveza!!!

-¡Guárdala pa otro día!

-Vale, nos vemos, cambio y corto!

-Club Náutico Port d'Aro! aquí embarcación pfffffrtggggggñññññ

-pfffffrtggggggñññññ

-¿Puedes repetir?

- pfffffrtggggggñññññ

-¿Puedes mandar un marinero?

-¡Identifíquese!

- pfffffrtggggggñññññ

- ¡Vale!
(menos mal que se identificó, eh?)

.... y aquí me cansé de transcribir... y me dediqué al dolce "far niente" y a seguir tomando el sol... hmmmmmmmmm...

Besos de marinera soleá (pero ya sabeis: con índice de protección "pantalla total")
Montse/Swing/Arare

dijous, de maig 04, 2006

Boira

Friday, December 09, 2005

Boira

Domingo, 21 de julio de 2002.
Amanece "normal".Calor. A las 8 de la mañana me llama mi amiga F para decirme que tiene tortícolis (bendita sea la tortícolis de F, porque me vuelvo a quitar la ropa y las zapatillas de correr y me vuelvo a meter en la cama... con el sueño que hacía hoy después de la resaca de ayer y...)Sobre las 11 de la mañana nos disponemos a salir a navegar.
Hace viento, mal asunto, pues ,para tomar el sol y hacer de lagarto, pero muy bueno para una navegación placentera. Tomamos un café con una F con la cabeza ladeada (bendita seas una vez más, niña, con las poquitas ganas que tenía yo de entrenar hoy) y zarpamos.
Primera bronca con el capitán: si intentas izar la vela con este "garbo y salero", a lo mejor mañana lo consigues. Le lanzo una mirada asesina, pero consigo que la vela suba a tope de palo. Menos mal, me ahorraré otra dosis de gritos.A la media hora de la plácida navegación observo que desde la parte de Lloret se nos viene encima algo que temo en todas partes, no sólo en el mar: una espesa niebla que va cubriendo la superficie del mar. El capitán, impasible el ademán, sigue con el rumbo hacia la línea del horizonte.... le miro con carita de susto, pero no cuela. El hombre sigue y sigue y la niebla avanza y avanza... no digo nada, puesto que me temo una nueva ráfaga de gritos y no me apetece tener bronca, pero se me encoge el corazón.Estamos rodeados de lanchas y lanchitas, de veleros, de motos acuáticas, de niños haciendo windsurfing, pero el capitán, con cara de pascuas. (Dioses del Olimpo)...
De pronto la niebla es ya tan espesa que sólo vemos lo que tenemos a un palmo.
-Ehhhhhhh! ¿volvemoooos?
-Tranquila, tenemos el radar y el gps!
-Ehhhhhhhh! Ehhhhhhhh! Ehhhhhhh! porfavor,porfavorporfavooooooor, ¿volvemosssss?
-Coño, ¡tranquila, mujer! ¿me ves a mí asustado? eh? pues calla y sigue leyendo.
*Arare sigue leyendo ("Desafío en el mar", el relato del desastre de la regata Sydney-Hobart de 1998, bonita lectura, y sobre todo, adecuadísima para el momento) La dejo. Concentro todas mis energías en no ponerme histérica (más, quiero decir) y casi lo consigo.
De pronto, otro velero "aparece" medio velado, a nuestra popa. Es el "Fantasma" (ese es su nombre). Nos pregunta su capitán si tenemos puesto el radar. Ellos no tienen.

-Sí, sí, tranquilos, nos podéis seguir- les dice JS (mi capitán)

Pepa, la mujer, me mira con la misma carita de susto que llevo yo: parece que me esté mirando al espejo y a los dos minutos ya ni la veo, así de espesa está la niebla.

Vamos oyendo bocinazos de embarcaciones que no llevan radar. Mi histeria crece (tampoco hace falta mucho para que mi histeria crezca, pero es que tanta calma británica por parte del capitán siempre me ha confundido)

De pronto se me ocurre algo:

- Cielo mío, mi amor, mi todo... yo ya sé que nosotros tenemos controlados a todos los barcos de nuestro alrededor, que “pa chulos nosotros” pero ... ¿y ellos a nosotros? ¿eh? ¿eh? ¿cómo nos controlan? ¿a bocinazos? ¿tocando la campana? ¿eh? ¿eh? ¿ehhhhhhhhhh?

La socarrona mirada del capitán me hace callarme de nuevo.

Tengo un "culito" así de pequeñito ya (con perdón) pero me aguanto. Aparecen gotitas de "rocío" en el vello de nuestros brazos, mi pelo tiene diminutas gotitas en cada mechón, casi podría cortar la niebla con un cuchillo. No veo tierra, no veo el horizonte, el cielo y el mar son una misma cosa, hace un calor de la leche, pero él sigue tan pancho y el Fantasma detrás, pegadito a nuestros talones (quiero decir a nuestra popa).

Finalmente, cuando yo ya estoy intentando recordar las oraciones que me enseñaron de pequeñita, cuando me acuerdo de una película que vi con seis añitos de nada, donde aparecía un bosque "el bosque de la niebla" que hizo que no durmiera en un mes... cuando ya estoy al borde del ataque de nervios almodovariano, entonces, el capitán dice:

-Bueno... ¿qué te parece, nos volvemos?- le habría sacudido con una manecilla de winche si no fuera porque no habría sabido cómo entrar sola a puerto!!!

Así pues, emprendemos la noble retirada de no se sabe donde, siempre con el "Fantasma" pegado a nosotros.
La vuelta ha sido de antología. Bocinazos, gritos histéricos (que no eran míos) lanchas a la deriva... una servidora pegada al radar informando al capitán sobre que se veían "puntitos" a babor, a estribor y en todas direcciones... por fin, el gps "anuncia" que estamos a 300 m. del puerto... ¡Diossssss! qué horror... las lanchas que estaban fondeadas no se habían movido, con lo cual, el riesgo de choque era bastante probable (aunque a juzgar por la cara burleta de JS, "todo" estaba en mi cabeza)

He sido capaz de sobrevivir hasta el puerto. Mi suspiro de salvación ha sido oído por la mayor parte de los habitantes del pueblo, ¡vive Dios!

Una vez atracados, llegaba una lancha. Les he ayudado a atracar y la mujer tenía la cara desencajada y me ha dicho textualmente : "ha sido horrible, no sabes lo que he sufrido"... la he mirado a los ojos como diciéndole: "te comprendo a tope, mujer".

Como siempre, las penas con pan son menos y mientras me zampaba una ensalada y una pizza pensaba que "quizá no había para tanto", en realidad...

Vaya, lo que son las cosas: ahora, cuando escribo esto, ha salido el sol de nuevo, la niebla desapareció totalmente, suenan las campanas de la torre de la iglesia y descubro que tengo unas ganas enormes de que llegue el viernes próximo, día en que empezarán mis vacaciones... si es que en el fondo en el fondo, ¡la vida es bella!

Montse/Swing/Arare, julio 2002

Con lo que se ve que es BOIRA* no sé para qué narices le llaman NIEBLA, nchts...

*Boira = niebla en catalán.

dimecres, de maig 03, 2006

Gritos y susurros

Gritos y susurros

En los barcos se produce un fenómeno muy curioso que consiste en elevar la voz de modo y manera que el grado de decibelios emitidos es muy superior al que una persona "normal" puede, digamos, soportar.

Esta circunstancia, según los capitanes ( y capitanas) se da simplemente porque si no, no hay manera de entenderse (eso dicen) pues cuando una habla con las demás mujeres de capitanes o con los maridos de capitanas, resulta que en todas partes cuecen habas.

La versión del navegante consorte es más o menos la siguiente:

- "¡Yo lo que no puedo soportar es que me grite! Que me pega unos berridos que yo creo que no me lo merezco. Que lo mismo lo podría decir de otra manera más cariñosa, como más tranquila ¿no? al fin y al cabo una/o está aquí por él/ella y resulta que te pegan unos gritos que te dejan moralmente mal,muy mal, la verdad...."

La versión del navegante-navegante es algo distinta:

- "Claro, claro, porque tú, pongamos por caso, estás en la proa y yo estoy en la caña, ¿vale? entonces te giras para decirme cualquier cosa, de manera que yo te veo a tí y tú me ves a mí, por espacio de un par de segundos, los que tardas tú en decirme a mí lo que me quieras decir. Pero a la que voy a contestar a tu pregunta, tú ya has vuelto la cabeza, que parece que no te interesa lo que te voy a decir, lamadrequeteparió. ¡Y claro! ¡No me oyes! ¡Y TENGO QUE GRITAR! porque el ruido del mar, unido al ruido del viento y a la desfachatez de volver la cabeza CUANDO YO TE HABLO hacen que no te enteres de la película"

Como que en este tipo de discusiones nunca nos ponemos de acuerdo, siempre se forman dos grupos, a saber :

Los capitanes y "los otros".

La otra noche mientras filosofábamos, arreglábamos el mundo y bebíamos como cosacos, Joan, el ex capitán del "Nereida," ahora capitán del "Mascarell" apuntaba una buena solución:

- “A partir de ahora, Feli, querida, cuando estemos a punto de pegarnos una torta con los barcos de al lado o con el mismo pantalán, voy a susurrarte lo siguiente”:

- Cariño, ¿tendrías la bondad de coger el bichero* y apartar esos barcos que molestan, mi cielo? BOOUMMMMMMM (torta) y luego, ¿serías tan amable de amarrar el barco para que se esté quietecito? RAAAAAAAASHHHHHHHHHHHH (rascadita "de nada" en el casco).. etc, etc, etc...

Total, que parece que la solución está, efectivamente, en gritar. Hay otra, sin embargo, que apuntaba Àngels y que consiste en regalar a cada uno de los capitanes un adminículo de esos que tienen un micro incorporado, como los que llevan los cantantes (o algo mejor y más barato: venden unas trompetillas...)

*bichero: barra metálica (alguna he visto yo de madera) con un ganchito en la punta, que sirve para todo (como los tampax). Ejemplos ilustrativos:

Que hay que agarrar un cabo que pilla lejos... ¡bichero!

Que hay que pillar una boya , ármese usted de paciencia y de buena puntería y... ¡bichero!

Que hay que agarrar la guía para amarrar el barco (que suele estar cochina de narices y si la coges con la mano te pringas, aparte de que está siempre sumergida y con la mano no llegas) ¡bichero!...

Algo absolutamente importante es aguzar bien el oído para no confundir "bichero" con "mechero", que esto le ocurrió a una, que a la voz/grito de su capitán, le llevó el mechero en lugar del bichero, y ... menos mal que el piñazo lo pagó el seguro... ay diosmio... y menos mal que estaban "en pleno idilio", que si noooooooo...

Montse/Swingg/Arare --> pensando en regalarle a su capitán un aparato de megafonía

dimarts, de maig 02, 2006

Behobia-Donostia

Behobia-Donostia (1999)

Previamente...

En verano decidí que eso de correr por correr era un poco bestia aunque yo soy así ¿qué le vamos a hacer?

Empecé a entrenar con algo más de ahínco para participar en una carrera popular que hacen en mi pueblo (7 km). Participé y llegué con muy buen tiempo (para lo que corro yo, que tampoco es ninguna cosa del otro mundo).

No soy nada competitiva . O yo creo que no soy nada competitiva.

Decidí que iba a prepararme para la Behobia-Donostia porque me habían dicho que era algo fantástico... tenía ganas de hacerlo, así que lié al capi para que también se apuntara. Se ha estado preparando mucho más que yo desde que acabó el verano.

Para participar en una carrera de este estilo se necesita mucho fondo para aguantar (eso lo tengo) y tener los músculos preparados (de eso también tengo, pero aun no llego)

Lo mejor del fin de semana fue el viaje, que empezó con una comilona al lado de Marina y Ricard, en Pamplona. Un encanto de personas, eso es lo que son. Para haberlos conocido en Internet – me dijo J.Salvador – parecen estupendos... me costó convencerle de que en internet se encuentra gente maravillosa (también)...

Llegamos a Donostia, esa preciosa ciudad que siempre me llena de emoción. En invierno, en verano... da igual. Donostia “sería” mi ciudad si no lloviera tanto... yo , sin sol, no arranco.

Paseo por La Concha (eso sí, bajo la lluvia), tapeo por la ruta de los elefantes, visita al Kursaal... Yo, claro, soy una simple mortal. J.Salvador tiene la visión del arquitecto. Artísticamente hablando, a mí me encantó. Arquitectónicamente hablando, a él no le gustó nada.

El sábado fue un día precioso, siempre bajo la lluvia, pero encantados todos (íbamos con 4 amigos más).

Conocí a Josetxu Imaz, personaje que me fascinó: 68 años. Iba a correr la prueba cincuenta años después de su participación en 1949! Es decir: corrió por primera vez a los 17. Él es atleta, pero no es fondista. Suele participar en pruebas de veteranos de 400 y 400 m. vallas, ha logrado medallas en los europeos y mundiales, etc... Su mujer, Gloria Guerrero, también es atleta. Son encantadores!!!!

Cenamos con ellos, hijo, nuera, etc.etc. (otra vez de tapeo), cantamos, hablamos por los codos, ufffff... todo aquello que nunca debe hacer un atleta, según me dicen. Pero ¡que nadie nos quite lo bailado!

La carrera...
El domingo amaneció lluvioso. A las 7 de la mañana bajamos a desayunar. Mirábamos La Concha con nostalgia. No había ni un alma en ese momento y aquella playa desierta, con aquel paisaje tantas veces recordado tenía una fuerza mágica.

Yo no las tenía todas conmigo. La noche anterior había conocido a gente realmente válida y preparada y en esos momentos estaba muy desanimada, como si fuera a enfrentarme con algo a lo que no había dado la importancia adecuada. Pero me tragué mis impresiones y seguí adelante.

La federación pone al servicio de los corredores una serie de trenes que empiezan a funcionar a partir de las 8 de la mañana, así que fuimos andando hasta la estación, bajo la lluvia. Eso sí: chándal, canguro, paraguas...¡no nos faltaba nada! En el tren el ambiente era precioso. Se oía hablar en eusquera, en castellano, en francés, en catalán, en gallego (era una especie de torre de Babel en pantalón de deporte).

Llegamos a Behobia y el ambiente seguía caldeándose. Mi amiga Montse (ella sí que es de élite) empezó a entrenar, mientras yo tiritaba encogida como un animalillo perdido. Mi capitán estaba mucho más alegre que yo y también calentaba sus músculos bajo la lluvia. Finalmente reaccioné y empecé a hacer estiramientos hasta que consideré que estaba preparada “para empezar” (porque lo que es para terminar...)

A las 11 dieron la salida. Los minusválidos salen siempre antes, quince minutos más tarde salen los corredores con dorsal rojo (los de élite, entre los que se encontraban Josetxu ,su hijo, Gloria y Montse) y dos minutos más tarde salen todos los demás. Yo estaba dentro de la categoría de “todos los demás”. Preciosa categoría, teniendo en cuenta que éramos 11.000 personas.

Empecé de la mano del capitán, ya que empezaron a volar por los aires los plásticos con que la gente se cubría de la lluvia (yo aguantaba estoicamente con mi plástico) y lo más lógico era que alguien patinara, cayendo y pudiendo ser aplastado por la masa de gente que avanzaba atropelladamente para hacer su propia marca.

Al final del segundo kilómetro pude quitarme el plástico y se lo lancé alegremente a un niño que miraba y que lo pilló al vuelo. Seguía corriendo al mismo ritmo que el capitán (que no es mi ritmo) y entendí que debía bajar ese ritmo, pero me fastidiaba mucho que me fuera pasando gente, así que, erróneamente, aguanté los primeros 6 o 7 km. al mismo ritmo que él. Luego no pude más, tuve que aflojar y me quedé bastante atrás. La lluvia no cesaba, en esos momentos estaba completamente empapada, así que pensé “de perdidos, al río” y corrí con todas las fuerzas que yo tenía, viendo cómo me iba pasando olímpicamente (y nunca mejor empleada esta palabra) una extensa multitud.

La cantidad de personas que animaban a los lados de la carretera era impresionante. Oí de todo: - ¡Aúpa, neska! ¡Adelante, rubia! ¡Corre, niña! ¡Venga, venga, adelante!... todo el mundo, todo... gritaba a todos los corredores, siempre había quien te miraba directamente y se dirigía a ti personalmente, dando ánimos. Estaba emocionada.

Más o menos en el km. 11 me di cuenta de que me quedaba casi la mitad y que estaba totalmente agotada. Miré hacia atrás y vi que aún había muchísima gente detrás de mi. Eso me dio ánimos, pero entonces ocurrió algo que me hizo perder mucho tiempo. Se me desató un cordón de la zapatilla. ¡Mierda! Tenía las manos agarrotadas por el frío y tardé dos minutos por lo menos en atarme el cordón. Cuando me levanté, me había pasado muchísima gente, me había dado cuenta de que tenía un frío horrible y lo que es peor... había perdido totalmente el ritmo.

Desanimada, las lágrimas me caían sin quererlo, pensaba en la inutilidad de un esfuerzo semejante, y ni siquiera las personas que seguían gritando podían consolarme: pensé en abandonar, en quedarme en la carretera y esperar el autobús-escoba. Pensé, pues, en una retirada digna, antes de llegar hecha un desastre. Entonces empezó a dolerme la rodilla y yo pasé de ella.

Fue como milagroso: un grupo de franceses venía detrás de mi, a un ritmo lento, pero constante. Eran unos quince. Uno de ellos se me acercó, me cogió por la cintura y me llevó con él casi 200 metros. Me iba diciendo al oído: “vas a conseguirlo”, “lo haremos” “te esperaré y entraremos juntos” “yo te acompaño, no estás sola, adelante”...

Yo cogí fuerzas de no se sabe donde y pasé absolutamente de la lluvia, de mi rodilla y de mi malhumor anterior. Me concentré en continuar.

En el siguiente avituallamiento el francés cogió una botella de agua para mi pero con la lluvia y el frío yo no tenía sed.
-“Bebe”- me dijo – “El agua te hará bien, aunque estés empapada por la lluvia. Es agua por dentro lo que necesita ahora tu cuerpo” -Solamente bebí un pequeño trago, porque casi me obligó...

Entonces mi rodilla falló del todo. Pegué un brinco y tuve que parar. Con un sentimiento de frustración más grande que cuando sé que voy a suspender un examen, miré a mi salvador y le dije en castellano (que entendió perfectamente a pesar de ser gabacho) que se olvidara de mi y siguiera, o quedaríamos los dos en último lugar. Me miró como si yo fuera un gatito, me tiró un beso con la mano y se fue.

Continué desalentada, sin ganas, concentrada por lo menos en acabar. Iba pasándome gente a la que yo veía con unas caras de sufrimiento terribles y me imaginé la mía. Por unos momentos me entraron ganas de reir. Volví a ver las caras de la gente animándonos y entonces, no recuerdo por qué parte, creo que ya habíamos pasado el puerto de Passaia, así que sólo quedaban unos 5 km... entonces ocurrió algo que me impresionó mucho: aunque juegue a serlo, no soy nada guerrera. Nunca, jamás, podría estar a favor de ETA. ¡Nunca! Pues bien: en un momento dado, en no sé qué pueblo ni en qué recodo del camino, surgieron unos hombres y mujeres con unas pancartas colgadas de sus cuerpos, con fotos de etarras prisioneros, gritando bajo la lluvia unas frases que no entendí pero que deduje: eran padres y madres de esos etarras y pedían algo acerca de ellos.

Juro que me emocioné y empecé a llorar como una imbécil. Dicen que los sentimientos son como el sudor, que por sí solos no surgen. Algo tiene que hacerlos surgir. Pues así fue: me brotaron sentimientos contradictorios en un momento en el que físicamente ya no podía más...

A partir de entonces, mi único objetivo era llegar. Quedaban quizá 3 km. En circunstancias normales, esa distancia para mí es una nimiedad, pero claro, estaba hecha polvo, mi rodilla ya no respondía, mis zapatillas estaban absolutamente caladas, mis pies hacían “chof-chof” dentro de ellas... era un cromo.

De pronto apareció de nuevo “mi” francés. Volvió a darme ánimos unos metros más, pero yo no podía. ¡Me había esperado! Le volví a decir que me dejara, que no era posible entrar juntos porque iba a hacerle quedar muy mal. Se fue. Me miró unos instantes , me dijo “je suis trist”, pero se fue. Era lo que tocaba...

No quiero extenderme más. Llegué. Llegué hecha un desastre, llorando como una tonta, en el momento de llegar me cogieron calambres en los dos pies, con lo cual el capi (que había hecho un tiempo magnífico, y dentro del establecido) y Montse (que había llegado en 1h.30mn.) me cogieron casi en brazos.

Mis primeras palabras fueron: - ¿Por qué me he metido en esto?
Y después: - ¡Que alguien me ayude! - mis calambres me impedían cualquier movimiento. Me había enfriado y no podía ni andar...
Luego susurré al oído del capitán: “Quiero ver a mi francés “
...No le he visto más ni le veré en toda mi vida, pero jamás olvidaré su solidaridad.

Esta fue mi experiencia. Creo que mi problema fue creerme que podía ya no competir, sino mezclarme con corredores que entrenan mucho más que yo y que son, por lo tanto, capaces de correr 20 km con tranquilidad y dignamente. Aunque, la verdad: se retiró muchísima gente y ¡¡¡yo conseguí llegar!!!! Eso para mi es importante.

Quiero seguir entrenando y tengo varios objetivos sin ningún ánimo de competir, sino sólo de superarme: quisiera hacer la “Mar y murtra”, una de 20 km que hacen aquí en Blanes en el mes de enero, y creo que para marzo hay media maratón (21 km) en Calella. Lo intentaré.


Montse, noviembre, 1999


Josetxu Imaz murió en un accidente de autocar cuando viajaba de Pamplona a Barcelona... en el año 2001. Cosas de la vida.




dissabte, de febrer 11, 2006