divendres, de maig 12, 2006

Regatas

REGATAS.

Cuando me di cuenta de que el capitán me tenía en sus redes, ya no podía volverme hacia atrás y decidí que tenía que compartir con él esa afición que -anteriormente- parecía que no estaba hecha para mí.

-Voy a apuntarme a hacer regatas, ¿vale?

-Conmigo?- soltó como en medio suspiro, asustadísimo, el hombre... Había salido con él (ellos) cuatro o cinco veces. Nunca me lo había tomado demasiado en serio.

-Bueno, cariño, si te empeñas...

-Creo que me apunto con el "Mesina".

Deberíais haber visto y oído el suspiro de alivio de mi capitán.
El Mesina es un barco de unos amigos. El amigo no podía salir de regata porque la amiga (la mujer del amigo) se llevaba el barco todos los sábados para hacerla por su cuenta y riesgo, con un grupito de mujeres. Les faltaba una mujer y me lo habían propuesto. El amigo no las tenía todas, pero se tenía que callar y salir a hacer la regata con cualquier otro amigo que también tuviera barco e hiciera la regata, claro!

Les dije que sí. Estaba yo entre ilusionada y asustada, sintiéndome valiente por un lado y cobarde por otro, pero deseando que llegara el próximo sábado para hacer mi primera regata, ocupando un puesto de verdad.

Por mi cabeza rondaron los recuerdos ... las otras regatas en las que había participado (con ÉL) eran solemnemente aburridas. No tenía nada concreto que hacer (la tripulación ya estaba hecha: otro amigo y nuestros hijos mayores) con lo cual me iban echando de donde estuviera para "hacer banda", esto es para que el barco no escore tanto, es decir, en una palabra: me utilizaban poco más que de "pisapapeles", de contrapeso, de lastre, argggggg.

Luego vi que "eso" también se hace en los demás barcos, pero por aquel entonces yo me sentía algo humillada, ¿vale?

Y cuando pretendía ayudar, me echaban a cajas destempladas. Y si se decían algo entre ellos, era siempre a gritos:

-Tranquila, cariño, no pasa nada -me decía el capi - pero luego añadía: -Pero quieres largarte de aquí? ¡ no me dejas ver y nos van a abordar!

-Tú, a la mayor!

-Tú, no ves que el génova está flojo?

- Vamos, vamos, al winche, deprisa.
- Anda! dale, daleeeeeee!!!! esto parece un barco de nenas!!!!!-

Yo estaba aterrada. Nos movíamos entre los demás barcos, sobre todo a la hora de la "salida",en que teníamos que pasar unos veinte barcos de considerables dimensiones, por un paso realmente ridículo, entre una barquita que si nos descuidábamos nos la llevábamos por delante y una boya que si nos descuidábamos también, nos la comíamos! Esa era la línea de salida (imaginaria, claro) Eso si antes no se nos había echado encima cualquier otro barco... ¡¡¡O nosotros encima de él!!!!

A todo esto, descubrí que la salida también tenía que hacerse a vela, prescindiendo del motor... ay madre mía, estábamos a merced del viento y de las olas, en medio de barcos que , si en tierra eran todos amigos y residentes en diversas partes de nuestra geografía, en el mar y en regata, eran como una jauría de leones embarcados y pretendiendo "pisar" a todo aquél que se les pusiera por delante!!!

Además, y para quien haya visto "La fuerza del viento": Mientras dura todo esto... no hay música, ¿eh? ¡Que nadie se crea la película! Nada de música. Sólo el ulular del viento, el ruido de las velas, acompañado de su movimiento, el estrépito de las olas, el deslizarse de los demás barcos, a milímetros (sí!!! milímetros) del nuestro, los gritos de los capitanes y de las tripulaciones... en definitiva: un horror.

Total: se me quitaron las ganas de hacer regatas, porque, la verdad... lo mejor de ellas era la cena de reparto de premios, donde se podía lucir el bronceado modelo "regata-guay” es decir: de brazos y cara, que una había cogido mientras duraba la tortura.

Pero entonces... llegó la propuesta: -Quieres participar, Montse? Nos falta una. Si quieres, debes comprometerte durante un año. El próximo sábado, de prueba y si te gusta y nos gustas a nosotras, te apuntamos.

- ¡OK! Hecho ( ¿quién iba a poder conmigo?... ) mis ansias de aprender y poder intervenir en las conversaciones monográficas que se desarrollaban en las cenas de después me dieron ánimos suficientes como para aceptar.

La experiencia fue otro horror, pero aguanté como una jabata todo el año. (Y no más)
Montse /Swing/Arare